sábado, 25 de noviembre de 2017

Cuando dejen de raspar mis pestañas

Me hubiera gustado ser una persona a la que no le quisieras mentir.

Tus lunares sólo me dan tristeza.
¿Qué lugar extrañaré cuando me acueste en mi cama?
Quiero escuchar mi radio sin tener que esforzar mis oídos.
Y si siento cada punto sinfónico de tu piel, mis lágrimas te mojarán.



Al fondo, Celeste contemplando alguna pintura.






El pasado fin de semana, fui a dos muestras de arte.


En la primera.. el viernes.
Camino a la muestra estaba tan ansiosa porque ya tenía ganas de nutrirme con una dósis de arte, pensaba adónde me transladará el cuadro que viera, cual caminos de mi mente.
Pero al llegar, la realidad sopló a mis pestañas. Porque toda la instalación estaba repleta de papeles cuadrados sin color, en este caso eran blancos.
Y creanme que chocarme con eso no me agradó, estaba enojada.. enojadísima, pero como todo.. fue un trabajo llegar a reconciliarme con cada cuadrado, este proyecto artístico me estaba haciendo pensar , porque durante un rato largo estuve recorriendo abanicos de mi mente en los que pude disfrutar.
Quería escuchar lo que pensaban todos en ese momento, veía algunas caras sorprendidas, contentas, y claro que también reconocía esos gestos de decepción. 
Al final sólo escuche a unos pocos, cuando finalmente me atreví a decir una palabra sobre ello.





Los artistas y curadores que llevaron a cabo el proyecto, y el proyecto.



En la sala descifré la vida y la muerte.
Un preámbulo de lo aún no existente, la raíz que vió cada artista que se ha suicidado en su pintura.
Y en ese momento yo fui parte de ese preámbulo.

¿Y si de repente los cientos de cuadrados reafirman la decadencia total del arte?

Pasajes de creer que estaba frente de la nada absoluta.
La complejidad distante, que me abrumaba entre láminas.
Ya estaba entendiendo que no se trataba de fundirse en la abstracción de los cromos más profundos.
Era la gracia de cada partícula que atravesaba mi membrana, mi retina.
Pero sigue sin gustarme.
Estoy enojada.
Me estoy aguantando las ganas neuróticas de romper todo allí.
Cada pieza es desesperación.
No les voy  a mentir, no miré todos los cuadrados. Por querer abarcarlo todo, me encontré con la cantidad exacerbada de los amparos difuminados.
No oí a todas las sombras, ni encontré los colores.
Quería conocer cada una de esas historias, eras necesario. 

Al retirarme di una última mirada, y me reí.
Pero perdí el folleto de la muestra,  y al principió lo quise recuperar (ya no pude) 
pero luego entendí, que ya no era preciso.. una muestra como esa no se me olvidará fácil.

Cómo las  cosas simples  suelen romper con el confort.. ¿eh?



Y de la segunda muestra.. en otro momento, o tal vez nunca. 
Porque esto fue demasiado.




lunes, 30 de octubre de 2017

Mi primer entrada, recordar.



EL LIBRO DE LOS ABRAZOS, EDUARDO GALEANO.

19 años.
Y todo.. recién ahora.

Si yo soy Celeste. ¿quién habrá introducido a mi alma tal blanco? Que alejaba de mi vida la nimiedad.


Estoy escribiendo este blog, mi primer blog.. Y me tiemblan las manos.
Hace días estoy pensando en despertarte, y al fin me decidí.






"¿Para quién canto yo entonces?"



Necesito hablarte a solas sin que sepas que te estoy pensando.
Escribirte, es tan desafiante como enfrentarse a un lienzo vacío.
Ese que me pide a gritos texturados que lo manche de mi nombre.
Y regreso al blanco.. y a mi alma, ¿Y qué tal que intercambiamos tu pureza por mis matices?


He vuelto hoy día a casa, nutriendome de  conceptos que algunos locos despertaron a mi andar.

                     




























                                                                                            La galga negra y sus calcomanías, y un fanzine de Pablo.



Agradezco a mis mares, esos que me empujaron inconscientemente hasta acá, este lugar que estoy pisando. 
Espero volverte a encontrar en mi próxima entrada, cuando ya esté mas suelta y comience a nadar.